domingo, 9 de septiembre de 2007

DEATH PROOF

Death Proof es un capricho que de la mano del talento, esa magia inexplicable, se eleva a la categoría de inspiración, una chorrada que sobrepasa los límites del sarcasmo más demoledor, casi místico.
Certera en la realización, con planos claros y contundentes, de una expresividad desbordante, derrocha cine por las cuatro esquinas de la pantalla con una alegría inverosímil. Demuestra que una línea narrativa casi inexistente es más que suficiente: la tensión sexual se acumula minuto a minuto hasta desbordar en una violencia sin medida. El único salvavidas que nos lanza el filme es el humor, sin piedad.
Anomia

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