domingo, 6 de abril de 2008

ROLAND EMMERICH

El viejo aprendiz de mago no decepcionaría a su audiencia esta vez. Había comprado una carísima galera, y la varita estaba afinada. Al primer movimiento de manos, una manada de mamuts surgió de la galera. Poco después, civilizaciones enteras bailaron ante los ojos de los espectadores. Al fin, pirámides y desiertos culminaron su apoteósico número. Entonces el aprendiz miró al público, vio las caras y entendió que había vuelto a fracasar. No se daba cuenta de que la magia no está en la galera, ni en la varita, ni en los trucos, sino en el mago mismo.
Matt the Scratt

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