viernes, 14 de marzo de 2008

DANS LA VILLE DE SYLVIE

Todavía sigo esperando.
Sus pasos resuenan en el callejón.
Las pintadas en los muros pertenecen a una memoria colectiva que no es la mía.
En el café el carrusel juega con los rostros. Y sigo esperando.
No quiero cansarme de este juego.
Pero tengo que buscar. Busco.
Sus pasos siguen sonando en el callejón (¿seré el único que los escucha?).
Su espalda. Sigo buscando.
El tranvía, esos ojos, esa luz, el bar “los aviadores” años atrás.
No lo niegues, ¿estás jugando?
No se si este juego me gusta.
Sylvie, est-ce que c'est toi?
Naan

2 comentarios:

el kinomou dijo...

Quiero imaginar que mañana seguirá esperando a otra que al final resultará ser la misma...

Anónimo dijo...

Una conversación sorda retumba tras lo tabiques, y la luz de la mañana vela un sueño olvidado.

Camino lento. Suena la cafetera.

Cierro las persianas y veo En la ciudad de Sylvia.

La estilización “buenista” y “bonitista” de la realidad suele hacerme pensar que el autor habla más de lo que querría ser que de lo que realmente es. Aunque quizás ese no es el caso de Guerín a mí me lo parece.

Arranca la historia y eso deja de importar: anhelamos, anhelamos, apartamos las hojas que sobre la realidad crea nuestra imaginación a nuestro paso y seguimos anhelando.

Títulos de crédito.

Me llevo un recuerdo en el que recrearme en próximos silencios, una bonita impostura sobre la que proyectarme en soledad.

Anomia