Pueden ser los motivos más nobles los que nos impiden aceptar la realidad atea que nos ha tocado vivir. A veces luchamos contra ella, otras veces la ignoramos tozudamente. Bajo una atmósfera plomiza, fantasmagórica y febril, que asume que lo que está en juego no es la vida sino la certidumbre de lo que es real en uno mismo, Cartas desde Iwo Jima nos habla, con una sensibilidad maravillosa, de esas dos formas, heroicas y cobardes a partes iguales, cínicas e ingenuas, de librar la cruel batalla al destino, al deber, a la resignación.
Anomia
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